El mundo de las ideas

Existe una serie de problemas que enfrentamos como escritores y que nos dejan estancados en lo que yo denomino el síndrome de la página en blanco. Algunos de estos problemas que vamos a atacar en este artículo son los siguientes:

  • No se me ocurre nada para escribir.
  • Las pocas cosas que se me ocurren no me convencen.
  • Todo lo que escribo me parece una tontería.
  • Quiero escribir un libro que valga la pena, pero no creo estar a la altura.

Estos problemas pueden resultar muy frustrantes y quitarnos motivación. Para mí, se deben, en gran medida, a que le damos muchísima más importancia a las primeras ideas que se nos ocurren de lo que deberíamos.

Es importante que sepas que las ideas solo son pequeñas semillas neutras. Nuestro trabajo consiste en plantarlas, regar la tierra, hacerlas crecer, realizarles injertos y cosecharlas.

Traduzcamos esta metáfora en acciones concretas: lo que te propongo es buscar ideas, desarrollarlas, mezclarlas y ordenarlas.

A continuación, te cuento en detalle cada parte.

BUSCAR IDEAS

Las ideas no suelen venir solas.

Muchos escritores se sientan a esperar frente a la pantalla que le llegue la inspiración por arte de magia, pero esto no es normal. Si nos quedamos esperando, puede ser que estemos así durante más tiempo del que nos gustaría.

La clave está en que busques ideas en todas partes:

  • En tu infancia.
  • En la historia de tu familia.
  • En los acontecimientos importantes de tu ciudad, de tu provincia, de tu país.
  • En las noticias de actualidad.
  • En tu trabajo.

Cuando dejás de esperar que las ideas vengan solas y empezás a buscarlas vos, vas a empezar a darte cuenta de que el mundo está lleno de potenciales historias que te están esperando.

DESARROLLAR IDEAS

Como te decía al principio, las ideas son neutras: ni buenas ni malas.

De hecho, generalmente cuando se nos ocurre por primera vez una idea puede que sea bastante mala si la dejamos como está. La clave, entonces, es que desarrollemos dicha idea con un formato narrativo. Esto es:

  • Desarrollar personajes. Los personajes son la materia prima de una historia. Cuando empezamos a trabajar en uno de ellos, empiezan a aparecer nuevas ideas: otros personajes alrededor suyo, lugares en donde podrían transcurrir los hechos, escenas interesantes que podríamos escribir.
  • Diseñar objetivos para los personajes. Los objetivos son el hilo conductor de una historia. Para ello, es importante que pienses qué es lo que quiere lograr tu protagonista. Por ejemplo, conseguir el ascenso en su trabajo, llegar a un lugar, encontrar algo que había perdido.
  • Conflictos que alejen a los personajes de sus objetivos. Los conflictos son aquellos problemas que enfrentan nuestros personajes y que hacen que una historia sea más entretenida.

Así que ya sabés: si querés que tus ideas mejoren, es importante que las empieces a desarrollar.

MEZCLAR IDEAS

Si algo nos enseñó el cine es a protegernos de posibles demandas. Cada vez que empieza una película en donde los guionistas se inspiraron en la realidad, aparece un cartel que dice algo como: “Esta historia está basada en hechos reales”.

Esto nos permite saber que hubo una semilla que fue real, una anécdota que sí pasó. Pero que los escritores del guion se tomaron ciertas libertades y que cambiaron cosas para el bien de la obra artística.

Te cuento un secreto: ese es nuestro trabajo.

A la hora de escribir un cuento o una novela, vamos a tomar hechos de la realidad, anécdotas de nuestra vida cotidiana, y le vamos a agregar otras ideas que no pasaron en la realidad. Esa mezcla heterogénea va a permitirnos lograr que la idea empiece a transformarse y empecemos a crear algo nuevo.

ORDENAR IDEAS

Por último, debemos recordar que estamos escribiendo una historia para nuestros lectores. Un error muy común que solemos cometer los narradores es el de empezar a escribir con lo primero que se nos ocurre en el momento.

Tenemos que tener mucha práctica para que eso no sea un verdadero desastre. Pero sobre todo, debemos ser muy buenos corrigiendo.

Ahora bien, nosotros que recién estamos empezando, debemos recordar la estructura aristotélica, que nos va a permitir saber en dónde enfocar la atención y qué escribir de cada idea que fuimos trabajando en el desarrollo de las ideas. Esto sería:

  • Introducción. Acá podemos presentar a nuestros personajes y su mundo ordinario. Te sugiero que no sea muy extenso, porque podrías aburrir a tus lectores.
  • Nudo. Este es el momento de la verdad, en donde vas a desarrollar el conflicto más importante de la historia. Acá te podés tomar la libertad y hacerlo lo más extenso que te salga.
  • Desenlace. Esta es la parte en donde le empezamos a dar un cierre a la historia, en donde el personaje cumple su objetivo (o no lo cumple) y en donde se suele resolver el conflicto.

Si estás empezando, esta estructura te va a servir muchísimo y no necesitás nada más que esto para ir avanzando.

Ahora bien, si estás más avanzado y te animás, podés ir probando otras cosas como el arco narrativo o como alguna estructura más compleja o experimental.

CONCLUSIÓN

No hay ideas buenas o ideas malas; lo que en realidad hay son ideas sin desarrollo.

Por ende, nuestro trabajo como escritores consiste en buscar ideas, desarrollarlas, mezclarlas y ordenarlas. Una vez que tengamos eso listo, el siguiente paso es llevarlas al papel y empezar a darle forma a nuestros borradores.

Sé que no es fácil. Sé que requiere tiempo y paciencia. Pero también sé que está en tus manos y que vas a poder lograrlo.

¿Estás listo para empezar esta aventura narrativa?


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