“Recuerde: aprender y no hacer no es realmente aprender. Saber y no hacer no es realmente saber”. Stephen R. Covey.
Para la mayoría de los escritores es más que evidente la importancia de leer. Pero, ¿cuántos realmente incorporan el hábito? También, casi todos saben que es importante escribir a diario, corregir los borradores o investigar para nuestras historias.
Pero el verdadero problema no es saberlo, sino hacerlo.
Muchos saben sobre la importancia de cuidar la salud, de escuchar para comprender, de pedir perdón cuando nos equivocamos; pero con una mano en el corazón, ¿cuántos realmente lo hacen?
Si cosas tan evidentes que supuestamente sabemos, no las llevamos a la práctica, mucho más difícil va a ser con aquellas cosas que no son tan obvias: aprender a escribir mejores diálogos, describir paisajes o personajes, aprender sintaxis o puntuación.
Por eso en este artículo quiero compartir tres consejos para que puedas llevar la teoría a la práctica.
Escribí a partir de consignas
Cuando estamos dando nuestros primeros pasos como escritores, lo normal es que la mayoría de las cosas nos cuesten (y mucho):
- No nos convencen las ideas que se nos ocurren.
- No sabemos cómo llevar esas ideas al papel.
- No nos gusta cómo quedan las historias que escribimos.
- No sabemos qué cosas cambiar para que un cuento mejore.
Por eso, si esta es tu situación, te recomiendo que escribas a partir de consignas de escritura.
Las consignas son la puerta de acceso que te lleva de la teoría a la práctica. Por ejemplo:
- Escribí una lista con 3 anécdotas significativas de tu vida.
- Elegí una de dichas anécdotas y empezá a desarrollar un personaje de ficción que podría protagonizar la historia.
- Describí con el mayor lujo de detalles el lugar en donde transcurrieron los hechos.
- Escribí una discusión entre el protagonista de tu historia con otro personaje.
Las consignas son poderosas porque nos permiten conocer herramientas de escritura concretas, aprender a usarlas y empezar a adquirir experiencia.
Inventá tus propias consignas
Si ya escribís con regularidad y querés pasar al siguiente nivel, es normal que sientas cierta resistencia ante una consigna de otra persona:
- Te aburre escribir a partir de dichas consignas.
- El resultado —la historia que escribís— no te parece 100% tuya.
- Terminás escribiendo sobre temas que no te interesan.
- Sentís que seguís estancado en los mismos lugares.
Por eso, si creés que esto de las consignas prefabricadas no son para vos, la clave está en que inventes tus propias consignas.
Acá tenés dos caminos: inventar consignas para trabajar una herramienta que te cueste o inventar consignas para escribir a partir de disparadores. Veamos en detalle cada una:
- Trabajar una herramienta. De la gran variedad de herramientas con las que vamos a trabajar como escritores, hay muchas que pueden costarnos bastante. Por lo general, suele ser los diálogos y la corrección. Por eso, una buena propuesta para que practiques y que mejores es que elijas algo que te cueste y te inventes consignas alrededor de eso.
- Los disparadores. Muchos escritores inventan disparadores —muchas veces en forma de restricciones o de preguntas tipo “¿Qué pasaría si…?”— que les permiten encontrar inspiración y comenzar nuevas historias.
Si te inventás tus propias consignas, tenés que saber que ya pasaste a un nuevo nivel 😉
Pedí ayuda
La práctica es más poderosa de lo que imaginamos, porque nos permite plantar las semillas teóricas y cosechar el conocimiento que necesitamos como escritores.
Si estás estancado como escritor y no sabés cómo destrabarte, es hora de que pidas ayuda.
La mirada de otra persona te puede ayudar a encontrar tus puntos débiles, darte consejos valiosos de escritura y, tal vez, compartirte consignas adaptadas a tus necesidades.